La estimulación cognitiva como estrategia para una vejez satisfactoria
Una oportunidad para seguir creciendo
Con la edad, las personas buscamos obtener aquella satisfacción hacia la vida plena, pero ésta no debe ser necesariamente una vida sin dificultades, sino que tenemos que ser capaces de aceptar tanto lo que nos gusta como lo que no, y poder reconocer las experiencias positivas que hemos vivido y continuamos viviendo, desde un punto de vista optimista.
Con la edad, las personas experimentamos cambios que afectan a nuestras capacidades, con más o menos intensidad. Mantener este optimismo nos permitirá poder disfrutar de la última etapa de la vida, la vejez, un momento de cambios, un proceso sano, natural y progresivo.
Hay que recordar que nunca somos lo suficientemente grandes para aprender y día a día podemos crecer como personas, sólo es necesario mantener una vida socialmente activa, vivir con ánimo y optimismo, comunicarse con los demás y vivir con la mente despierta.
Una herramienta que nos puede ayudar a mantener este último aspecto y que nos permitirá envejecer de manera satisfactoria es la estimulación cognitiva.
Con la edad, nuestro cerebro, al igual que el resto de nuestros órganos, también envejece y esto hace que se mueva con más lentitud que cuando era más joven. El ejercicio mental ayuda a fortalecer las conexiones entre las neuronas y así pueden tener un tejido neuronal fuerte y resistente. La estimulación cognitiva hace referencia al conjunto de técnicas y estrategias diseñadas con el objetivo de mejorar déficits concretos y así compensar los cambios que se producen debido a la edad, optimizar la capacidad cognitiva o ralentizar el transcurso de una enfermedad.
La estimulación cognitiva se basa en el trabajo de la memoria, la atención, el lenguaje y comunicación, la percepción y habilidades motoras y las funciones ejecutivas, pero no centradas exclusivamente en aquellas que estén deterioradas, ya que hay que trabajar también aquellas que se encuentren intactas o relativamente preservadas. Los objetivos principales son el mantenimiento de las capacidades cognitivas durante el máximo tiempo posible, la potenciación de la autonomía y autoestima de la persona, la mejora de la interacción de esta persona con su entorno y la disminución de reacciones como la ansiedad o la confusión.
Este trabajo se puede realizar a partir de dos vertientes; la prevención y el tratamiento.
Desde la prevención, el trabajo de estas técnicas no puede evitar el deterioro cognitivo, la demencia o una enfermedad neurodegenerativa, pero sí puede evitar la evolución de la alteración leve hacia una enfermedad, como por ejemplo el Alzheimer.
Como tratamiento (reeducacional, que no farmacológico), trata de adaptarse a la situación particular de cada persona en función de la problemática y a partir de ahí trabajar para la conservación y la recuperación, hasta donde se pueda, de las funciones cognitivas.
La estimulación cognitiva no es un simple entretenimiento o una manera de pasar el tiempo, sino que es un procedimiento estructurado, centrado en la persona y modificable en el tiempo, con el fin de adaptarse a las necesidades y capacidades de la persona en el momento de su aplicación y los avances que esta vaya consiguiendo.
El trabajo de estimulación cognitiva se puede realizar individualmente o en grupo, dependiendo de las necesidades y características de cada persona. El trabajo en grupo permite la mejora de conductas sociales, lo que le ayudará frente al aislamiento social y fomentar una vida más activa, y en la medida de lo posible, la autonomía personal y también la inserción social y comunitaria.
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